Tras ver esa tan memorable escena que hemos visto en clase he estado reflexionando: ¿Y qué puedo yo aportar al mundo? Es sin duda una cuestión compleja . Una parte de mí me dice que no tengo nada que aportar al mundo, siendo 7.000 millones de personas en este bonito planeta, parece difícil que mi mera existencia tenga ninguna valía, mucho menos para los demás, pero hay otra parte de mi que me dice lo contrario, la parte de mí que controla este blog, la parte de mí que se hace más aparenete, aquella que me dice que sí tengo algo que aportar al mundo, y que este sería un lugar mejor de hacerlo. Es algo de lo que he hablado antes en este blog, pero tras ver esta inspiradora escena, creo que merece su propia entrada.
No soy una persona perfecta, no creo que nadie lo sea, pero en mi caso particular es esta imperfección la que no sólo me hace ser quien soy, sino la que dicta quién quiero ser, algo que considero mucho más importante.
En la vida, como todo el mundo, he cometido errores: He hecho daño a gente, he decepcionado a otros cuantos, he amado mal, he sido egoísta, he sido insensible, y los fantasmas de estos tiempos pasados son los que me motivan a ser mejor persona. CREO, por supuesto con mayúsculas, en la utilidad de los errores. Todos tenemos derecho a equivocarnos, algunos de hecho lo hacemos constantemente, y cada vez que lo hacemos estamos un pasito más cerca del bien.
El mundo te da unas cartas, a todos nosotros. Algunos tienen la suerte de encontarse con una muy buena mano, y deciden no arriesgar y jugar a lo seguro, a otros la vida los da una pareja de doses, y tenemos que hacer lo que podamos con ello. Para poder decir que has ganado al juego de la vida has de jugar, has de asumir riesgos, has de explorar todo tipo de situaciones desconocidas, siempre en busca de mejorar esa mano. El juego por supuesto, puede llevar al éxito directamente, pero la mayoría de las veces cometeremos errores, y esto es lo que quiero que hagan mis alumnos.
Cometer errores es algo bueno, incluso si dañas a otros: La reflexión te llevará al cambio, y ese cambio salvará a muchos de lo que podría haber pasado si nunca hubieses aprendido. Recibiré con los brazos abiertos los errores de mis alumnos, sean los que sean, e intentaré mostarles esta visión mía tan peculiar, y que la adopten en sus vidas, ya que creo que es de vital importancia.
Tal vez mi verso no sea el que tiene una mejor rima, ni el más memorable, pero sí que es el verso que te hará ver la belleza en la poesía propia, y la de los demás, y por ello estoy orgulloso.
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